En nuestro país, este sector representa aproximadamente 260 mil establecimientos que proveen empleo al 45 por ciento de la población económicamente activa.
“La clave está en fortalecer el intercambio de tecnología, sobre todo a nivel de micro y pequeñas empresas para alcanzar la competitividad”, expresan sus directivos.
LUISA AGÜERO
“Después de la tempestad viene la calma” y parece ser que las microempresas en la Costa Norte están triplicando esfuerzos para enfrentar el 2005 con más utilidades que pérdidas. Y es que el alto costo de las materias primas, el elevado precio de los combustibles y el incremento de la competencia regional fue el “tiro de gracia” que sacó de circulación a más de 500 micro industriales del noroccidente del país, incluyendo a San Pedro Sula.
Empresas de servicio, metalmecánica y corte y confección “cerraron sus puertas” definitivamente, motivadas por la falta de recursos frescos para continuar trabajando y generando empleo en la región.
Sin embargo, y a pesar del “pronóstico reservado” de varios dueños de pequeños negocios, Victorino Carranza, presidente del Gremio de Microempresarios (GREMIPE), está convencido que la “mala racha” que han venido cargando sobre sus espaldas se irá disipando este año y las expectativas crecerán siempre que Estados Unidos ratifique el Tratado de Libre Comercio con esta región.
“La micro y pequeña empresa, generadora del 72 por ciento de empleos a nivel nacional, está tomando beligerancia porque es un soporte para la economía y se ha visto un marcado interés por parte de algunos sectores a nivel nacional e internacional para apoyarnos con intercambio de tecnología y capacitación”, dijo a HABLEMOS CLARO FINANCIERA.
Carranza, involucrado en el rubro de la confección, se muestra optimista. “Estamos en contacto permanente con la Cámara de Comercio e Industrias de Cortés y la Asociación Hondureña de Maquiladores para capacitarnos y actualizarnos, con lo cual seremos más competitivos al abrir nuestras fronteras”, señala.
A criterio suyo, la clave está en fortalecer el intercambio de tecnología, sobre todo a nivel de micro y pequeñas empresas para alcanzar la competitividad en lo que son talleres familiares.
La necesidad de que el gobierno permita el acceso a financiamiento blando para las empresas a tasas de interés más bajas y plazos más largos también es determinante. Además, es prioritario que el sistema bancario nacional contribuya al desarrollo y no a hundir las industrias locales, considera el pequeño diseñador.
Por otra parte, recomendó reducir los elevados impuestos, eliminar la competencia desleal ya que afecta a la empresa legalmente constituida y que paga sus obligaciones, la creación de sistemas de ayuda económica para el desarrollo de las microindustrias y estabilizar el costo del combustible.
Un “Talón de Aquiles” sigue siendo el precio de los servicios básicos. Para el caso, las tarifas de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), en algunos pequeños negocios se ha “disparado” hasta en un 40 por ciento, debido al ajuste por el incremento de los carburantes que, semana tras semana, acrecenta su valor, lo cual resulta contradictorio y no se ve reflejado aún en la producción de 85 megavatios a “menor costo”, que ingresaron al circuito de distribución nacional en los últimos meses.
Como si esto fuera poco, los propietarios de talleres de confección de prendas y de zapatos, lamentan la alta competencia generada por la venta de prendas y calzado usados que ingresan en grandes cantidades desde los Estados Unidos.
Una de las “esperanzas” que mantienen a Carranza en el camino, es la apertura de la ventanilla única y de subcontratación para pequeñas industrias de la confección, que nunca se concretó “por la falta de voluntad”. Hoy, dice, “todo puede cambiar para bien y favorecernos porque, de casi mil talleres de costura que operan en esta zona, solamente unos 10 lo hacen bajo ese esquema”.
Panorama real
Una gran parte de la problemática enfrentada al momento de generar estrategias de apoyo para desarrollar a las pequeñas y medianas empresas en Honduras es la falta de información estadística precisa.
En nuestro país, este sector representa aproximadamente 260 mil establecimientos que proveen empleo al 45 por ciento de la población económicamente activa. De hecho, entre 1996 y 2000, el número de pequeñas empresas se vio incrementado en 32 por ciento, lo que representa un aumento del 34 por ciento en el trabajo generado. A nivel regional, se estima que las PYMES contribuyen con aproximadamente el 12 por ciento del total de ingresos.
La falta de mano de obra calificada afecta directamente la capacidad técnica de las empresas. Lo cierto es que son pocas las industrias que reciben capacitación por parte del gobierno y las instituciones que brindan preparación al personal no cubren todos los sectores analizados, establece una investigación de la Asociación Nacional de Industriales.
Para el caso, agrega, ninguna institución del sector noroccidental del país califica operarios en aspectos teórico-prácticos, para la elaboración de diversos productos. También se conoce que las industrias invierten muchos recursos propios en estar formando personal dentro de sus planteles, para lograr productos de alta calidad, los cuales se convierten en esfuerzos aislados.
Con el fin de revertir esta tendencia, entidades como el Instituto Nacional de Formación Profesional (INFOP) impulsan una serie de proyectos creados para educar, bajo óptimos estándares de calidad requeridos, a obreros, sobre todo en las maquilas y en carreras técnicas como electrónica y computación.
La industria textil también ha suscrito convenios con varias universidades para la creación de carreras que llenen las expectativas de un mercado que cada vez se vuelve más exigente y demanda personal muy calificado.
De hecho, la logística existente, la capacitación del recurso humano y la infraestructura le da a Honduras, a pesar de ciertos pronósticos “inciertos”, una gran ventaja. En este momento, para el caso, ya se están realizando inversiones adicionales con relación a los dos últimos años, cercanas a los 600 millones de dólares.
La otra cara
La Política de Apoyo a la Competitividad, presentada recientemente por el ministerio de Industria y Comercio, ha levantado el optimismo de Carranza y de varios de sus compañeros de gremio y razones no les faltan. La propuesta está orientada a promover la producción y lograr la inserción en el mercado nacional e internacional.
Y es que los objetivos de esta política financiera se orientan a generar un entorno de negocios propicio para el mejoramiento de las micro, medianas y pequeñas empresas e impulsar el desarrollo de nuevos emprendimientos; además de facilitar la transición de empresarios y trabajadores de actividades de baja productividad, rentabilidad y potencial hacia otras de rápido crecimiento.
El apoyo a la competitividad se realizará a través de una serie de siete programas nacionales entre los que se encuentran el Entorno Institucional y Legal, Servicios Financieros, Servicios de Desarrollo Empresarial, Promoción de Mercados y Exportaciones, Cooperación Empresarial, Cultura Empresarial y Apoyo a Emprendedores e Innovación Tecnológica.
“La meta es mejorar la llegada de los trabajadores y propietarios de los pequeños y medianos negocios a una serie de servicios de desarrollo empresarial y de apoyo a la oferta de servicios para crecer”, dice Carranza.
Según recientes estudios, en Honduras operan unas 258 mil micro, pequeñas y medianas empresas caracterizadas por su baja productividad y competitividad, que generan empleo a casi 760 mil trabajadores, lo cual equivale al 34 por ciento de la población económicamente activa (PEA). Si bien es cierto, no existen cifras precisas para el sector, se calcula que su aporte al Producto Interno Bruto (PIB) es de un 20 a 25 por ciento. Hasta ahora, lo único cierto es que, las microempresas podrán tener una oportunidad en el mercado actual, si recurren a nuevas formas de organización y logran contar con acceso a información, tecnología, inteligencia de mercados y otros elementos que, por sí solas no podrán costear. Desde ese punto de vista, les será indispensable encontrar apoyo institucional especializado.
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